jueves, 4 de julio de 2013

Sencillo.

El sonido del piano retumbaba en mis oídos y yo, cerraba los ojos, descomponiendo cada componente, cada nota de tan sublime sinfonía.

Pensé en ti, unas cuantas veces, tal vez muchas. Me pregunté ¿qué tan lejos estoy de alcanzarte? Y que pasará cuando realmente te toque, por que es la intriga la que me mata cada día y el miedo que no permite que mi ideal se vuelva real.

Espero en silencio, meditando que podré hacer, que diré, pero sé que aunque lo planee mi anhelo no llegará hasta ti; aunque grite sólo resonará en lo etéreo un efímero eco de un distorsionado "yo" tan tenue, que sería hasta imposible para mi descifrar esas palabras.

Así que el dolor de mi pecho incrementó y en los momentos en que dije tu nombre la melancolía me clavaba una daga y me consumía desde lo más profundo de mi corazón.

Y entonces, decidí esperar otra vez y me di cuenta que ni siquiera había intentado y aunque el sonido no salga desde mi interior, y aunque mi boca no toque la tuya, y aunque el fuego en mi interior sea tan fuerte que parece que yo desapareciera de la vista de un hermoso "tú" sé que vale la pena intentar y dejé de tocar el piano y envié al viento a que tocara tu mejilla y finalmente sonreí.

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