martes, 7 de junio de 2011

Fluye la desilusión. Muda desesperación.

Momentos de frustraciones, de caos, de llanto y brisa, el dolor es inminente y el saber, el razonar en estos casos solo daña más y más, te extraño y te quiero a mi lado, pero, cada vez pareces más distante y entonces, decido dar un paso y golpear a los transeúntes para distraerme, luego, llegas, te miro, te abrazo, te beso y después te digo:

-Sólo toma tu café y vete.

Quedas absorto ante tal respuesta, después de tal demostración de cariño.

-¿Por qué? dime, ¿Cuál es la razón que te lleva a tomar decisiones tan radicales? Me duele, ¿sabes?, no soy una máquina, al parecer tengo una cosa absurda llamada -susurro- pero bueno, parece que tú no, ¡que suerte!

-Ah, estoy cansada de vos, si, te digo: te amo y lo hago, pero si te soy honesta ya me fastidia tus cuentos, tus mentiras tus engaños. El holocausto ya pasó, ya déjalo por favor. En estos días calurosos me da más rabia con vos, no ando de buen humor, ando en fachas y despelucada, y tú... ¡tú! llegas cambias MI vida, y me haces sentir lo mejor pero me cansa, me cansa tener que estar arreglada por miedo a perderte, a que te destruyes, te diluyas, te escapes de mí, no te imaginas como dueles en los labios, definitivamente amar es combatir. Y sabes que más, yo...yo...y

¿Me besas? ¿Es esa tu fuerza? ¿Tú arma? Dímelo! sabes que ante tus labios me derrito no es justo que hagas algo como eso, ¡no pienses controlarme! no me atare a nadie.

-¿Qué crees tú cariño? Yo te amo, así tal cual eres. No necesitas máscaras, si te elegí a vos fue por algo, calma.

-Hmm, tú me haces sentir bien.

Y así, frente a la chimenea terminamos en un día lluvioso y de mucho frío. Acurrucados, tomando chocolate con malvaviscos.