domingo, 14 de noviembre de 2010

La sinfonía sin instrumentos.

Ella, miraba tras la ventana la lluvia, gota por gota caer y rozar suave y continuamente las hojas de los árboles y los pétalos de las flores. Quería pensar que aquello que le pasaba era sólo un vago pensamiento inexistente, pobre, imaginario, sólo era un acto de desesperación y demencia por la falta de algo, que le generaba un gran vacío.

La inocua realidad adversa que la rodeaba le hacía sentir frágil, desolada, a veces triste, imaginaba un invierno eterno, rodeado por la blanca y gélida nieve, por un aroma a pino camuflado en las gigantescas ventizcas de la temporada. Existía un deseo inmenso en cada palabra, oculto, escrito entre líneas, sólo para unos ojos que ya no estaban.

Se habían perdido entre los sueños, entre noches sin sentido, desvelos que ya no eran suyos y nunca fueron míos. Todo colisionado mientras su vaga mirada se posaba de nuevo en la ventana; la nada le respondía con fervor a una llamarada latente que de repente se volvía cenizas, ahora era un perro callejero con libertad pero sin porvenir con una mente deseosa de conocimiento pero abandonada a la interperie. Una lágrima fría y cálida al tiempo recorrió su suave mejilla, la acaricio dulzemente mientras se mecía entre sus pómulos, mientras divagaba en sus hermosos labios y se ahogaba entre un grito incompleto, no era un llanto de melancolía, era la ausencia latente, era aquello que recorría un camino sin salida y se chocaba contra una pared de pergamino, eran palabras sin consonantes, era la prueba perfecta de un limbo que había creado de la razón sin sentido que la dejo allí, pasmada, viendo como el señor tiempo brincaba entre un reloj de arena y contaba sus días, sus horas y las tuyas, añorando pero olvidando el vacío, el cráter inmenso que había abierto la herida y ahora la detenía allí, muerta en vida.

Escrito con: A Bubu Usagi(Danilita 21)

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